El 5 de mayo de 1984 el estadio
Santiago Bernabéu estaba abarrotado por la disputa de una final copera de
tronío: Athletic de Bilbao contra Barcelona, en realidad los dos grandes
clásicos de la competición. Como casi siempre suele ocurrir la Copa había
ocupado un papel secundario hasta la gran final, convertida en uno de los
momentos culminantes del año futbolístico y más con dos históricos de por
medio.
La final venía cargada por una semana
previa de declaraciones poco edificantes. El origen de las mismas se había
producido a comienzos de temporada, cuando en la segunda jornada de Liga el
Barça goleaba por 4-0 al Athletic pero sufría la grave lesión de su gran
estrella, Diego Armando Maradona, por una durísima entrada del central bilbaíno
Andoni Goikoechea, que le fracturó el ligamento. Esa entrada provocó un cruce
de acusaciones entre las dos entidades que no se calmó a lo largo del año.
Desde Barcelona se acusó al Athletic de recurrir a la violencia, y se recordó
que el mismo jugador había lesionado la Schuster de gravedad dos años antes. De
hecho, el origen de la reacción del central pudo venir de una entrada por
detrás del alemán en la segunda parte con claro olor a vendetta, aplaudida por el público y que llenó de ira al
internacional vasco que quizá pagó los platos rotos con Maradona. Desde San
Mamés se defendió a su futbolista, que estaría estigmatizado toda su carrera
por haber lesionado al mejor jugador del mundo. Los dos entrenadores el argentino
Menotti y el joven Javier Clemente se profesaban además gran antipatía mutua
por defender estilos de juego muy divergentes y el sudamericano insinuó
elementos racistas en las declaraciones de su oponente, que apelaba a la “raza”
de sus jugadores. Ya el partido de vuelta de Liga en Bilbao había sido trabado
y, encima, se había resuelto con dos goles de Maradona que había regresado a
tiempo para su venganza particular.Incluso Schuster declaraba que jugar en Bilbao era como ir a la guerra de
Corea.
El Bilbao había ganado la Liga una
semana antes, la segunda consecutiva, y el Barça había quedado a un solo punto.
Existía ánimo de revancha, puesto que en el entorno culé se consideraba que la
lesión del astro albiceleste, con el que no se pudo contar durante casi tres
meses, había sido clave en el desenlace liguero. Maradona tenía problemas con
la directiva azulgrana, no se tragaba con Núñez, y había empezado sus
peligrosos coqueteos con la droga. En realidad, el club, al que le habían
llegado noticias de la disoluta vida del argentino, barajaba seriamente
desprenderse de él. El futbolista no olvidaba además su calvario tras la lesión
y declaró que “en el Bilbao no tenía
sitio el jugador que no supiese dar patadas” .Como el entonces joven
Clemente, además ebrio por el nuevo triunfo liguero, no se caracterizaba por su
incontinencia verbal respondió de forma poco conciliadora: “Maradona es un imbécil, como persona deja
mucho que desear por buen jugador que sea” y que “brindarían con cava catalán su ganaban la Copa”.
El partido nacía pues caliente. No
había un pronóstico claro, ya que el Barça había ganado los dos choques
ligueros) y ostentaba un juego más técnico. Incluso aparecía con cierto
favoritismo. Pero los de Clemente estaban plenos de fuerza y seguridad en sí
mismos tras el triunfo liguero y sorprendieron con un pressing muy fuerte desde
el inicio. A los 13 minutos un centro de Argote era rematado al fondo de las
mallas por Endika, un jugador limitado pero efectivo de cara al gol, que había
condenado la suplencia al ídolo de San Mamés, Sarabia. La primera parte fue de
superioridad rojiblanca y el Barça no
encontraba su juego.
En la reanudación los de Menotti
tomaron el mando del partido, pero se mostraban impotentes para superar el muro
defensivo bilbaíno. A medida que pasaban los minutos el juego se endurecía y
aparecían viejas rencillas sobre el terreno de juego. Schuster tuvo que ser
expulsado por devolver a la grada un bote de cerveza que le había caído desde
la zona de seguidores bilbaínos. En la recta final del partido las
interrupciones y el juego subterráneo se apoderaron definitivamente de la
contienda. Maradona hizo una piscina en el área de Zubizarreta y se encaró con
los defensores bilbaínos. Fue el prolegómeno de un lamentable desenlace: cuando
el árbitro pitó el final del partido con 1-0 a favor del Athletic, el defensa Núñez
hizo un corte de mangas al argentino, que respondió con un cabezazo. Sola, un
suplente, vio la acción y se dirigió hacia Maradona, pero resbaló en el camino,
y el barcelonista le dio una patada que le dejó conmocionado. Goikoechea y
otros jugadores rojiblancos se dirigieron como posesos contra Maradona y le
agarraron por el cuello. Migueli y Clos salieron en defensa de su compañero y
todo terminó en una monumental tangana delante de una familia real atónita que
además veía como la policía tenía que cargar contra aficionados que había
tirado una valla. El tema se apaciguó y el capitán Dani, pudo recoger la Copa
del Rey que acreditaba el doblete bilbaíno. Por descontado que la guerra
continuó en la rueda de prensa, con cruce de descalificaciones entre unos y
otros.
Después de ese espectáculo el
Barcelona decidió el traspaso de Maradona al Nápoles italiano, donde triunfaría
hasta su bajada definitiva al infierno de la droga. Curiosamente, el año
siguiente el equipo azulgrana lograría, al fin, ganar la Liga con el inglés
Terry Venables en el banquillo. Por su parte, Golikoechea no pudo quitarse
nunca el sambenito de haber sido el jugador que lesionara gravemente a uno de
los mejores jugadores de la historia, y hasta algunas encuestas le señalaron
como el jugador más violento de la todos los tiempos, su gran trayectoria en el
Athletic y en la propio selección española (39 partidos internacionales) quedó
algo manchada. Menotti volvería a España, concretamente al Atlético, y se
volvió a enfrentar a Clemente, esta vez en el Español. Los dos volvieron a la
gresca y al cruce de descalificaciones, y el argentino ganó en esta ocasión
(0-2 en Sarriá), aunque sería cesado meses después. Como curiosidad hay que
destacar que en aquel equipo madrileño que ganó al Español de Clemente
jugaba,,,,,,,,Andoni Goikoechea fichado por Jesús Gil ese verano.