El regreso a la élite del fútbol, tras el traumático descenso fue
complicado para el club del Manzanares. Deambulo unos años en tierra de nadie
de la tabla clasificatoria, sin peligro de descenso, pero mirando de lejos la
cabeza de la Liga. Apenas Fernando Torres aportaba esperanza a la inasequible
afición colchonera, hasta que el madrileño ,viendo que el futuro deportivo era mas bien
escaso, pidió ser traspasado. Con los casi 40 millones que pagó el Liverpool,
el Atlético financió la compra de un gran delantero, Forlán, que unido a el
jovencísimo Agüero, estrella emergente del fútbol argentino fichado un año
antes, incrementaron la competitividad de los rojiblancos que volvieron a
Europa siendos cuartos en 2008 y 2009.
En la temporada 2009-10, un nuevo cambio en el banquillo llevó a Quique Sánchez
Flores al inestable puesto de entrenador colchonero. Con el soporte de sus
peligrosas puntas se plantó en dos finales: ganó la Europa League en Hamburgo al Fulham inglés,
acabando así con un sequía de 14 años y perdió la Copa contra el Sevilla en Barcelona.
Parecía que la senda de los éxitos volvía al Calderón pero el año siguiente no
consolidó la mejora: apenas una clasificación in extremis para la Europa
League.
Agüero y De Gea (joven portero de la cantera convertido en revelación)
siguieron el camino de tantos: emigraron a la Premier en busca de mejores
contratos y posibles títulos que el Atlético no parecía en condiciones de ofrecer. Enrique Cerezo,
Presidente, y Miguel Angel Gil, Director General, seguían en el ojo del
huracán: la afición les identificaba con el negro periodo del gilismo y buena
parte de ella les consideraba los únicos culpables de la irregularidad atlética
que provocaba la huida permanente de sus figuras.
Para la siguiente temporada cambio el staff técnico; Jose Luis Caminero,
vieja estrella de los 90, asumía la Secretaría Técnica y se hicieron varias
incorporaciones: el turco Arda Turan, el brasileño Miranda, el centrocampista
también carioca Diego Rivas en calidad de cedido y ante la presión social por
la venta de Agüero, se adquirieron los servicios del destacado delantero colombiano
del Oporto ,Falcao, a través de una complicada operación con fondos de inversión y se
consiguió del Chelsea la cesión del joven portero belga Courtois. La economía
seguía siendo precaria y no se podía acceder a los grandes nombres del mercado;
las incorporaciones mas destacadas tenían un aire transitorio, ya que eran o bien cesiones o fichajes de financiación heterodoxa.
Quedaba la elección del entrenador. Se iniciaron conversaciones con
Joaquín Caparrós, pero a técnico andaluz
se le requirió que cambiase de representante como condición para fichar por el
Atlético a lo que el mismo se negó. Ese mismo representante, Gracía Quilón, que
por aquel entonces movía los hilos de las contrataciones en el Calderón ofreció
a otro representado suyo, Gregorio Manzano, que finalmente fue el seleccionado.
No fue una contratación del agrado del aficionado; Manzano ya dirigió al equipo
en la campaña 2003-04, sin mucho relumbrón y con el estigma de haber marginado
a Movilla, un centrocampista resultón y muy atlético , que tuvo que emigrar
ante la falta de oportunidades.
El comienzo, para variar, fue pobre. Pese a contar con una plantilla
prometedora los resultados eran malos y algunos jugadores como José Antonio
Reyes, hacían desplantes al técnico sin rubor alguno, era evidente que Manzano no daba con la tecla. Pasaban las jornadas y la
cosa no mejoraba, mas bien empeoraba. Tras ser goleado en Montjuit (4-2) y
perder en casa ante el Betis (0-2), la parte baja de la clasificación asediaba
y los viejos fantasmas del año 2000 se aparecían de nuevo. Pero quizá lo mas
sangrante fue una pancarta con el la que fue recibido en equipo en Chamartín: “Se busca rival digno para jugar derby en la
capital” y es que eran nada menos que 13, los años que llevaba el Atlético
sin ganarle al Madrid. Manzano se sostenía con respiración asistida, pero un
ridículo en la Copa del Rey selló su destino. Ante un 2ªB, el Albacete, el
Atleti perdió los dos choques y la afición volvió hacia el palco pidiendo
dimisiones y responsabilidades.
Gil y Cerezo estaban acorralados y miraron a Argentina en busca de un
catalizador de la crispación existente. Manzano fue destituido y se anunció la
contratación de Diego Pablo Simenone, uno de los jugadores que mas huella dejó
en la historia de equipo pese a sólo jugar tres temporadas, por su coraje y
tesón; uno de los héroes del doblete del 96, al que contribuyó decisivamente.
Simeone había dejado las botas y se había convertido en entrenador con
resultados notorios en Argentina en equipos como Estudiantes y Racing de
Avellaneda, en los que consiguió los torneos de Apertura y Clausura. Su salto a
Europa en el modesto Catania de la Serie A italiana no había sido tan
afortunado pero desde hace años estaba en las quinielas para el banquillo del
Manzanares. Cuestiones futbolísticas aparte era una referente emocional, un
ídolo de una afición harta de decepciones y un excelente pararrayos para una
directiva a la que le acababan las excusas. En no pocos mentideros su fichaje
se vio mas como una cortina de humo que una selección basada en criterios
objetivos.
Nada mas llegar señaló lo que esperaba de su equipo: lucha, entrega y contragolpe;
un guiño histórico a la tradición de los mejores años del club. Su debut en
Málaga en La Rosaleda dejó un empate a cero y una imagen de equipo rocoso y
organizado, aunque sin mucha mordiente. Fue poco a poco remontado posiciones en
la Liga, aunque el tren de la Champions se había adelantado demasiado. Pero
quedaba la Europa League, una competición a doble partido que se adecuaba a las
características de equipo aguerrido que buscaba el “Cholo”, como popularmente
se le conoce. Pasó por encima del Lazio, Besiktas, Hannover 96 y Valencia en
semifinales y se clasificó para la final en Bucarest ante el Athletic de
Bilbao, que de la mano de otro argentino Marcelo Bielsa, había sido la
sensación de la competición eliminando de forma muy brillante a Manchester
United y Sporting de Lisboa entre otros.
El 9 de mayo de 2012 los dos atléticos se vieron las caras. Los pronósticos apuntaban a un pequeño favoritismo bilbaíno, por el juego ofensivo desplegado por los Llorente, Javi Martinez o Ander Herrera entre otros. Pero desde el pitido inicial los madrileños fueron un bloque de hormigón que no dejo opciones a los vascos. Con un fabuloso Falcao, autor de dos goles memorables en el primer tiempo, y un admirable trabajo de todo el equipo en cuanto a anticipación, intensidad, posicionamiento en al campo y disciplina defensiva, al Atlético no le importó apenas poseer el 36% de la posesión ya que en todo momento dio sensación de superioridad. El 3-0 final no dejó lugar a dudas.
El 9 de mayo de 2012 los dos atléticos se vieron las caras. Los pronósticos apuntaban a un pequeño favoritismo bilbaíno, por el juego ofensivo desplegado por los Llorente, Javi Martinez o Ander Herrera entre otros. Pero desde el pitido inicial los madrileños fueron un bloque de hormigón que no dejo opciones a los vascos. Con un fabuloso Falcao, autor de dos goles memorables en el primer tiempo, y un admirable trabajo de todo el equipo en cuanto a anticipación, intensidad, posicionamiento en al campo y disciplina defensiva, al Atlético no le importó apenas poseer el 36% de la posesión ya que en todo momento dio sensación de superioridad. El 3-0 final no dejó lugar a dudas.
Ese día en Bucarest, no sólo llegó un título europeo más. Nació un
estilo de juego y un equipo con una filosofa muy peculiar “el cholismo” que
enterró mas de una década de mediocridad asumida a orillas del Manzanares con
el fundamento de un colectivo capaz del máximo esfuerzo en el terreno de juego, una renovada mentalidad ganadora no exenta de realismo en cuanto a las posibilidades del equipo, así como la primacía del colectivo sobre las individualidades; 7un conjunto que pocos meses mas tarde conseguiría lo impensable: ser capaz de plantarle
cara al Barça y el Real Madrid.