La temporada 1987-88 vino marcada por dos acontecimientos esenciales:
fue quizá la del esplendor futbolístico de la “Quinta del Buitre” y Jesús Gil y
Gil irrumpió en el panorama futbolístico hispano. Gil era un empresario de la
construcción con un pasado algo turbio (había pasado por la cárcel tras el
trágico derrumbe de su urbanización Los Ángeles de San Rafael, con el saldo de
69 muertes) pero su uso de la verborrea era inmenso y gracias al fichaje de
Paulo Futre, estrella emergente del fútbol europeo esos años se alzó con el
triunfo en las últimas elecciones a la presidencia que han celebrado en el
Atlético de Madrid.
Los rojiblancos andaban algo decaídos: Vicente Calderón había muerto y
el equipo venía de perder dos finales consecutivas: ante el Dinamo de Kiev en
la Recopa del 86 en Lyon y ante la Real Sociedad en los penaltis, en la Copa
del Rey del 87. Además veían su incapacidad de retener a figuras como Hugo
Sánchez que, para mas inri, fue traspasado al Madrid. Gil volvió a convencer a
la parroquia rojiblanca que se podía competir con los grandes de Europa y al
fichaje del astro luso le unió el de veteranos como Andoni Goikoechea, López
Ufarte, Marcos Alonso o del joven centrocampista Eusebio, procedente del Valladolid.
Como nada más llegar se peleó con Luis Aragonés, tuvo que buscar entrenador y ,
tras intentar conseguir a Javier Clemente, contrató al argentino Cesar Luis
Menotti.
Menotti, campeón del Mundo con Argentina en el polémico Mundial de 1978
y ex entrenador del Barça, siempre tuvo mas verbo que palmarés y nada más
llegar empezó a utilizar como sistema táctico lo que el llamaba “achique de
espacios”. Era una fórmula literaria de definir un modelo ya visto del que,
eso sí, el argentino era una de los pioneros en usar: desechar el marcaje
al hombre y defender en zona adelantando mucho la defensa para hacer caer al
contrario en fuera de juego; era un sistema defensivo con mucho riesgo que requería gran
coordinación de la defensa y que , en caso de ejecutarse mal, dejaba al portero
vendido. Su apuesta dio lugar a un intenso debate en la prensa sobre la conveniencia del mismo. Los resultados del inicio de Liga, sin ser espectaculares, parecieron dar la razón al argentino.
Mientras, el Real Madrid de los Butragueño, Míchel, Martín Vázquez, Buyo
o Sanchís vivía un momento muy dulce: salió en tromba en la Liga con victorias
en Cádiz (0-4), Sporting de Gijón (7-0) y Zaragoza (1-7) y eliminó al Nápoles
de Maradona en la Copa de Europa. Luego lidió con el Oporto, el vigente
campeón, al que le ganó en los dos campos por el mismo resultado (2-1). Tres
días después de vencer en tierras portuguesas recibía al Atlético de Madrid en
el Bernabéu. Por entonces los de Menotti eran los únicos que asomaban por la
cabeza de la Liga cerca del Madrid.
El enésimo derby se jugó un 7 de noviembre de 1987. Ese día no dejó de
llover en la capital y el campo se encontraba muy pesado. El Madrid venía de
realizar un esfuerzo considerable en Oporto y el Atleti ese año no jugaba
competición europea. Los rojiblancos salieron con Abel, Tomás, Juan Carlos,
Arteche, Goikoechea, Alemao, Eusebio, López Ufarte, Landáburu, Futre y Julio Salinas.
En el Madrid se saca a Buyo, Solana, Sanchís, Chendo, Tendillo, Michel, Martín Vázquez,
Janckovic, Gordillo, Butragueño y Hugo Sánchez.
El Madrid tiene una buena oportunidad de marcar a los dos minutos pero
Butragueño falla en el remate. Por el contrario el que marca el 0-1 es el
Atlético por medio de Julio Salinas. Los visitantes estiran la defensa y
adelantan sus líneas provocando numerosos fueras de juego en el Real, a cada
avance madridista se le aparece el linier implacable levantando la bandera, lo
cual lleva a la desesperación a los atacantes que tanto tino habían mostrado en
los encuentros anteriores. Eso da confianza a los colchoneros que se asientan mejor sobre el terreno de juego y ven la posibilidad de ganar el partido. En la parcela ancha el internacional
brasileño Alemao, se convierte en el dominador de la situación robando muchos
balones y distribuyendo con la ayuda de Landáburu; en ataque la rapidez de Futre y la brega de Salinas provocan numerosos problemas a la retaguardia local y en defensa los centrales Arteche y Goikoechea cuajaron uno de los mejores partidos de sus carreras. Al final del primer tiempo
se produce un robo de balón del Atlético en el centro del campo, tras una
posible falta. Al acabar la jugada con parada de Buyo el árbitro, Enríquez
Negreira, llama al yugoslavo Janckovic (un buen jugador que dio un excelente
rendimiento durante el año y medio que estuvo) y le saca tarjeta roja, según el
colegiado por insultarle tras no pitar la falta que casi cuesta un gol a su equipo.
Es la puntilla para el Madrid que, en inferioridad física, con un campo muy
mojado y un rival que aborta casi todos y cada uno de sus ataques adelantando
líneas, se ve a merced de un Atlético imponente sobre el terreno de juego. Una
gran jugada de Futre hace el segundo y en la recta final, López Ufarte y Solana
en propio meta remachan el concluyente 0-4, un resultado que daba la razón al
técnico argentino que había fulminado al mejor equipo de la Liga con su
atrevida apuesta. Casi veinte fueras de juego le fueron señalados al Madrid esa
noche y hay que decir, que la casi totalidad fueron correctos.
Los cierto es que esa noche de
gloria no tuvo continuidad. Apenas una semana más tarde el Gijón ganaba en el
Calderón (1-2) y los dos goles asturianos vinieron por errores de la defensa al
aplicar la defensa adelantada. Con el tiempo se demostró que aquel Atlético no
tenía jugadores precisos para ese sistema, además el paso de las jornadas demostró que la preparación física del equipo era bastante deficiente. Los colchoneros aguantaron la primera vuelta pero cayeron en picado a comienzos de la segunda y un enfurecido Jesús Gil, que había soñado con el título tras la goleada en el Bernabéu empezó a cargar contra jugadores y cuerpo técnico.
Menotti pasó a inaugurar la inmensa lista de entrenadores fagocitados por Jesús Gil, precisamente tras perder el partido de la segunda vuelta (1-3) en campo rojiblanco, que señalaba el fin de sus opciones para pelear por la Liga. Gil habló entonces de "estafa argentina" y acusó al mundialista de ser un vago y no entrenar lo suficiente, el año siguiente contrataría a Maguregui, lo más opuesto en cuanto a forma de entender el fútbol que uno puede imaginarse.
Por su parte, el Madrid se paseó en la Liga pero vició el trauma de las semifinales perdidas en la Copa de Europa (su gran objetivo) ante el PSV. Un año más tarde otro equipo con gusto por las líneas adelantadas le infringió un concluyente 5-0, era e Milán de Arrigo Sacchi. El Atlético no le haría un 4-0 al Madrid hasta 2015, casi 30 años nada menos y con otro argentino en el banquillo; Simeone.
Menotti pasó a inaugurar la inmensa lista de entrenadores fagocitados por Jesús Gil, precisamente tras perder el partido de la segunda vuelta (1-3) en campo rojiblanco, que señalaba el fin de sus opciones para pelear por la Liga. Gil habló entonces de "estafa argentina" y acusó al mundialista de ser un vago y no entrenar lo suficiente, el año siguiente contrataría a Maguregui, lo más opuesto en cuanto a forma de entender el fútbol que uno puede imaginarse.
Por su parte, el Madrid se paseó en la Liga pero vició el trauma de las semifinales perdidas en la Copa de Europa (su gran objetivo) ante el PSV. Un año más tarde otro equipo con gusto por las líneas adelantadas le infringió un concluyente 5-0, era e Milán de Arrigo Sacchi. El Atlético no le haría un 4-0 al Madrid hasta 2015, casi 30 años nada menos y con otro argentino en el banquillo; Simeone.