sábado, 11 de octubre de 2014

LA FINAL DE COPA TERMINA COMO EL ROSARIO DE LA AURORA


El 5 de mayo de 1984 el estadio Santiago Bernabéu estaba abarrotado por la disputa de una final copera de tronío: Athletic de Bilbao contra Barcelona, en realidad los dos grandes clásicos de la competición. Como casi siempre suele ocurrir la Copa había ocupado un papel secundario hasta la gran final, convertida en uno de los momentos culminantes del año futbolístico y más con dos históricos de por medio.
La final venía cargada por una semana previa de declaraciones poco edificantes. El origen de las mismas se había producido a comienzos de temporada, cuando en la segunda jornada de Liga el Barça goleaba por 4-0 al Athletic pero sufría la grave lesión de su gran estrella, Diego Armando Maradona, por una durísima entrada del central bilbaíno Andoni Goikoechea, que le fracturó el ligamento. Esa entrada provocó un cruce de acusaciones entre las dos entidades que no se calmó a lo largo del año. Desde Barcelona se acusó al Athletic de recurrir a la violencia, y se recordó que el mismo jugador había lesionado la Schuster de gravedad dos años antes. De hecho, el origen de la reacción del central pudo venir de una entrada por detrás del alemán en la segunda parte con claro olor a vendetta, aplaudida por el público y que llenó de ira al internacional vasco que quizá pagó los platos rotos con Maradona. Desde San Mamés se defendió a su futbolista, que estaría estigmatizado toda su carrera por haber lesionado al mejor jugador del mundo. Los dos entrenadores el argentino Menotti y el joven Javier Clemente se profesaban además gran antipatía mutua por defender estilos de juego muy divergentes y el sudamericano insinuó elementos racistas en las declaraciones de su oponente, que apelaba a la “raza” de sus jugadores. Ya el partido de vuelta de Liga en Bilbao había sido trabado y, encima, se había resuelto con dos goles de Maradona que había regresado a tiempo para su venganza particular.Incluso Schuster declaraba que  jugar en Bilbao era como ir a la guerra de Corea.
El Bilbao había ganado la Liga una semana antes, la segunda consecutiva, y el Barça había quedado a un solo punto. Existía ánimo de revancha, puesto que en el entorno culé se consideraba que la lesión del astro albiceleste, con el que no se pudo contar durante casi tres meses, había sido clave en el desenlace liguero. Maradona tenía problemas con la directiva azulgrana, no se tragaba con Núñez, y había empezado sus peligrosos coqueteos con la droga. En realidad, el club, al que le habían llegado noticias de la disoluta vida del argentino, barajaba seriamente desprenderse de él. El futbolista no olvidaba además su calvario tras la lesión y declaró que “en el Bilbao no tenía sitio el jugador que no supiese dar patadas” .Como el entonces joven Clemente, además ebrio por el nuevo triunfo liguero, no se caracterizaba por su incontinencia verbal respondió de forma poco conciliadora: “Maradona es un imbécil, como persona deja mucho que desear por buen jugador que sea” y que “brindarían con cava catalán su ganaban la Copa”.
El partido nacía pues caliente. No había un pronóstico claro, ya que el Barça había ganado los dos choques ligueros) y ostentaba un juego más técnico. Incluso aparecía con cierto favoritismo. Pero los de Clemente estaban plenos de fuerza y seguridad en sí mismos tras el triunfo liguero y sorprendieron con un pressing muy fuerte desde el inicio. A los 13 minutos un centro de Argote era rematado al fondo de las mallas por Endika, un jugador limitado pero efectivo de cara al gol, que había condenado la suplencia al ídolo de San Mamés, Sarabia. La primera parte fue de superioridad rojiblanca y el  Barça no encontraba su juego.
En la reanudación los de Menotti tomaron el mando del partido, pero se mostraban impotentes para superar el muro defensivo bilbaíno. A medida que pasaban los minutos el juego se endurecía y aparecían viejas rencillas sobre el terreno de juego. Schuster tuvo que ser expulsado por devolver a la grada un bote de cerveza que le había caído desde la zona de seguidores bilbaínos. En la recta final del partido las interrupciones y el juego subterráneo se apoderaron definitivamente de la contienda. Maradona hizo una piscina en el área de Zubizarreta y se encaró con los defensores bilbaínos. Fue el prolegómeno de un lamentable desenlace: cuando el árbitro pitó el final del partido con 1-0 a favor del Athletic, el defensa Núñez hizo un corte de mangas al argentino, que respondió con un cabezazo. Sola, un suplente, vio la acción y se dirigió hacia Maradona, pero resbaló en el camino, y el barcelonista le dio una patada que le dejó conmocionado. Goikoechea y otros jugadores rojiblancos se dirigieron como posesos contra Maradona y le agarraron por el cuello. Migueli y Clos salieron en defensa de su compañero y todo terminó en una monumental tangana delante de una familia real atónita que además veía como la policía tenía que cargar contra aficionados que había tirado una valla. El tema se apaciguó y el capitán Dani, pudo recoger la Copa del Rey que acreditaba el doblete bilbaíno. Por descontado que la guerra continuó en la rueda de prensa, con cruce de descalificaciones entre unos y otros.

Después de ese espectáculo el Barcelona decidió el traspaso de Maradona al Nápoles italiano, donde triunfaría hasta su bajada definitiva al infierno de la droga. Curiosamente, el año siguiente el equipo azulgrana lograría, al fin, ganar la Liga con el inglés Terry Venables en el banquillo. Por su parte, Golikoechea no pudo quitarse nunca el sambenito de haber sido el jugador que lesionara gravemente a uno de los mejores jugadores de la historia, y hasta algunas encuestas le señalaron como el jugador más violento de la todos los tiempos, su gran trayectoria en el Athletic y en la propio selección española (39 partidos internacionales) quedó algo manchada. Menotti volvería a España, concretamente al Atlético, y se volvió a enfrentar a Clemente, esta vez en el Español. Los dos volvieron a la gresca y al cruce de descalificaciones, y el argentino ganó en esta ocasión (0-2 en Sarriá), aunque sería cesado meses después. Como curiosidad hay que destacar que en aquel equipo madrileño que ganó al Español de Clemente jugaba,,,,,,,,Andoni Goikoechea fichado por Jesús Gil ese verano.