miércoles, 22 de julio de 2015

ARCONADA: DE HÉROE A VILLANO



Luis Arconada era de los puntales del fútbol español en el comienzo de los años 80. De una agilidad asombrosa y capaz de llegar a balones considerados imposibles fue el símbolo de la Real Sociedad campeona de las Ligas de 1981 y 1982, y no pocos le señalaban como el mejor portero del mundo. En la selección española asumió la titularidad después del Mundial de 1978, desbancando a cancerberos de la época como el madridista Miguel Ángel. Cuando el campeonato del mundo llegó España en 1982, el era una de las grandes esperanzas para un buen papel.

 Pero las cosas distaron de salir bien. El equipo entrenado por Jose Emilio Santamaría no dio ni una y apenas pudo pasar la fase previa de milagro. En el tercer partido de la misma contra Irlanda, Arconada no blocó bien un centro en apariencia sencillo y dejó campo libre a que un delantero verde le fusilara. La derrota por 0-1 con Eire condenó a España a un complicado grupo en segunda fase en la que se iba a encontrar a Alemania e Inglaterra. Contra los teutones la historia se repitió: el meta vasco no detiene un disparo a portería y el delantero Litibarsky aprovecha para inaugurar el marcador. Alemania ganó 1-2 y la selección dijo adiós de forma triste. Todo el equipo fue un desastre, pero muchos señalaron al portero como uno de los principales culpables y además empezaron a circular rumores maliciosos respecto a sus medias….que no llevaban las bandera española. Eran duros años del problema vasco y había mucha suspicacia al respecto, amén de la clásica necesidad de buscar chivos espiatorios ante los fracasos. El humorista Forges lo denominó “Arcomanta”, cuando apenas un mes antes era un ídolo de la afición.
 Dos años después España fue a Francia a jugar la Eurocopa de naciones tras el milagroso 12-1 a Malta. Arconada seguía siendo el portero titular y capitán de la selección, pese a que la época dorada de la Real Sociedad empezaba a quedar atrás. Miguel Muñoz era ahora el seleccionador nacional y su primera decisión fue “limpiar” del equipo todo vestigio del desastre mundialista, pero mantuvo algunos elementos como el meta vasco, Camacho, Santillana o Gordillo. Algunas voces pedían una oportunidad a para Zubizarreta, meta destacado y joven del Athletic de Clemente, reciente campeón de Liga y Copa, pero el donostiarra se mantuvo.
La Eurocopa no empezó con muy buena pinta. Apenas se empató con mal juego y bastante fortuna ante Rumanía y Portugal. El tercer duelo era con Alemania, vigente campeona y finalista del Mundial del 82. Se mejora la imagen pero los minutos pasan y el marcador no se mueve cuando sólo la victoria da el pase a semifinales. Alemania puede sentenciar pero se encuentra con Arconada que realiza felinas intervenciones que abortan goles casi seguros. En el minuto 89 surge el milagro; el defensa Maceda caza un espectacular testarazo que supone el 1-0 y la sorprendente eliminación de los favoritos.
 Días mas tarde llegan las semifinales ante la incipiente Dinamarca. Otro partido de infarto. Se adelantan los daneses pero el providencial Maceda empata la contienda. Al final del encuentro el capitán vuelve a ser decisivo: neutraliza dos disparos a bocajarro de los daneses que tenían todo lo necesario para convertirse en gol. Se llegan a los penaltis y España gana 4-3. Contra todo pronóstico, España se planta en la final de la Eurocopa ante los anfitriones franceses que cuentan con el mejor equipo de su historia: Platini, Gires, Luis Fernández o Tigana hacen un fútbol exquisito y juegan es casa, aunque lo han pasado muy mal en semifinales contra Portugal.
 La finalísima se juega en el Parque de los Príncipes de París y casi nadie otorga opciones a los españoles que además cuentan con ausencias esenciales en defensa: nada menos que Maceda y Gordillo por sanción y Goikoechea por lesión. El combinado español sin embargo cuenta con algunas bazas: su gran espíritu de lucha y el gran momento de forma de su guardameta, el mejor de la Eurocopa. Arconada, Urquiaga, Salva, Gallego, Julio Alberto, Señor , Francisco, Victor, Camacho, Santillana y Carrasco saltan al terreno de juego y no se amedrentan ante la calidad gala. Incluso puede decirse que el choque está muy equilibrado. Platini, descomunal toda la Eurocopa con nueve goles, no puede desprenderse del marcaje de Camacho y en ataque Santillana y Carrasco plantean problemas a la retaguardia local. Incluso un remate del primero es sacado bajo palos por Luis Fernández cuando ya se cantaba  el 0-1.

 En la segunda parte sigue la misma tónica. Llega el minuto 55 y un leve contacto sobre un atacante francés es señalado por el árbitro checo Christov como falta fuera del área ante las protestas de los indignados españoles que empiezan a percibir los tintes caseros del trencilla. Es un lanzamiento idóneo para Platini, consumado experto en tales lances. El capitán francés lanza raso intentando sorprender, pero Arconada bloca la pelota sin aparentes dificultades. Los jugadores españoles empiezan a dirigirse como si de un saque de puerta se tratara cuando comprueban atónitos que al meta se le ha escurrido el balón y el mismo se ha introducido en la portería. Una cantada en toda regla del mejor portero de la Eurocopa que , pese a los esfuerzos hispanos, no puede ser remontada. En el minuto 90, en plena embestida de los de Muñoz, Bellone sella el 2-0 definitivo.
 La brillante trayectoria internacional del realista (68 partidos con España) quedó para siempre empañada por ese fallo. Se llegó a la final gracias, en gran medida, a sus intervenciones ante Alemania y Dinamarca, pero se perdió la misma en buena parte por su fallo. Así opera el caprichoso mundo del fútbol. Volvieron las susceptibilidades respecto a ese extraño gol y alguno quiso ver fantasmas donde no los había. Fue un error garrafal de un gran portero, como los han cometidos los mejores guardametas de la historia. Pero sin duda que le pasó factura: a los pocos meses dejaba de ser convocado con la selección. Una grave lesión en 1985 selló el final de su trayectoria internacional.
Cuando en 2008 la selección, al fin, ganó la Eurocopa, el portero suplete Palop tuvo un curioso y bonito gesto al subir a recoger su medalla con una camiseta idéntica a la que utilizó Arconada en la final del 84. Era un homenaje que, en cierto modo, hacía justicia a uno de los mejores jugadores de su tiempo que tuvo la mala suerte de no sujetar la pelota en el peor momento posible.