Una exploración por jugadores y equipos de fútbol y baloncesto que hicieron historia y forman parte del legado deportivo de los aficionados. Los ídolos del ayer que abrieron el camino para otros muchos y que dejaron en la memoria un recuerdo imborrable
sábado, 5 de junio de 2021
LA REVALIDA DE SIMEONE
No ha habido en quizá la historia del fútbol español un proyecto tan personalista como el de Diego Pablo Simeone y unas sensaciones tan encontradas como las que genera el Atlético desde que el argentino tomo su mando en ya sus largos y exitosos nueve años y medio. La consecución del titulo de Liga alarga aun mas su leyenda en la que se contempla un palmarés esplendoroso: dos Ligas, dos Europas Leagues, una copa del Rey, dos Supercopas de Europa y una Supercopa de España. Solo la Liga de Campeones se le ha resistido, y no ha sido por falta de intentos: en dos ocasiones se ha quedado a las puertas por muy poco (un gol en el descuento y una tanda de penaltis). Cinco de sus ocho títulos han sido en competencia directa con Barça y Real Madrid, esos que parecían sencillamente inalcanzables por poderío deportivo, económico, social y mediático.
Ese currículo ha servido para cambiar la historia del Atletico de Madrid; un club con importante palmarés pero cuyas mejores épocas quedaban antes de la llegada del Cholo bastante lejos, con algunas conquistas esporádicas como el doblete del 96. Mas allá de los trofeos que han jalonado su devenir Simeone ha otorgado algo impagable al club: el orgullo de sentirse grande, competitivo y capaz de las cotas más altas. Su obra trasciende de la figura de un entrenador laureado; es un auténtico creador de una entidad que conoce un antes y después de su llegada. Algo que solo unos pocos han logrado: Alex Ferguson en el United o Cruyff en el Barça por señalar dos ejemplos.
Para Simeone esta Liga es algo más que su segunda conquista más importante; supone su revalida particular. Durante buena parte de la segunda vuelta del la Liga, a medida que la importante ventaja del Atlético menguaba, planeó sobre el equipo la sombra de una derrota que podría devenir en traumática. Algo siempre peligroso en una entidad que siempre ha encontrado un cierto placer algo morboso en recrearse en sus fracasos y olvidarse rápidamente de sus triunfos. Desde aquella final de Champions de Milán de 2016 contra el Real Madrid una espina se había clavado sobre el argentino y, en consecuencia, el mundo rojiblanco. Era necesario otro triunfo monumental para borrar esa oportunidad perdida en la tanda de penaltis frente al poderoso vecino. Por el camino habían llegado más títulos destacados: la Europa League de Lyon y la Supercopa de Tallín de valor doble por ganársela al propio Real; pero siempre quedaba el argumento que no se trataban de entorchados del primerísimo nivel. Con su triunfo de Valladolid ya puede presumir que es la segunda Liga que el Atlético birla a los dos grandes en siete años; una enormidad en un campeonato tan sazonado por el duopolio como el español. Y la forma de conseguirla no ha sido una cualquiera: con remontadas y triunfos sobre la bocina, algo que suena mucho a equipo de estirpe ganadora.
En estos cinco años la propia figura del técnico ha sido sometida a no poco enjuiciamiento y no siempre favorable. Se intensificaron las criticas a sus planteamientos eminentemente conservadores tras los fiascos europeos ante Juventus, Leizpig o recientemente Chelsea, se sufrieron derrotas mas bien vergonzantes en Copa del rey contra Cultural Leonesa o Cornella y en medio de todo una generación gloriosa abandono por motivos biológicos inevitables: Godin, Gabi, Fillipe Luis, Juanfran, Tiago, nada menos la esencia del su primer periodo inolvidable. También el buque insignia del proyecto, Griezzman puso rumbo a Barcelona. Simeone debía recomponer su obra y gracias al nuevo estatus deportivo y económico del club contaba con medios para traer a jugadores de teórico menos ardor guerrero y mas calidad técnica en sus pies. Trippier, Hermoso, Carrasco (un regreso inesperado y muy exitoso), Joao Felix, Vitolo, Lemar o Lodi. Durante un tiempo pareció existir una contradicción entre el ideario del entrenador tan vituperado como inexorablemente exitoso y los nuevos mimbres de los que disponía. Al menos jugadores como Vitolo o , de momento, Joao Felix, la gran inversión estratégica del club, no se acabaron de encontrar plenamente integrados y cómodos. Pero en el resto del plantel y tras un año de transición, en acertadas y proféticas palabras del propio Simeone, la combinación termino por dar sus frutos. El inesperado regalo de Luis Suarez por parte del Barça, al que consideraba poco menos que acabado, y la falta de visión del Real Madrid con Marcos Llorente, previo pago eso sí de un buen traspaso, dieron al equipo la punta de calidad y contundencia necearía para dar de nuevo el salto necesario. Entendió Simeone que el nuevo equipo requería de más presencia en campo contrario y un manejo mas insistente del balón; sin que por ello se perdiera el gran activo del cholismo desde sus inicios: la seguridad defensiva en torno a Oblack
La primera vuelta del renovado Atletico fue simple y llanamente perfecta. Parecía embalado al titulo y la prensa se apresuro a proclamarlo campeón e enero. Para cualquier conocedor de la Liga española era también evidente que Barça y Madrid no iban a permitir un paseo triunfal y que el bajón del Atlético era también posible, y mucho más cuando a comienzos de año, el Covid se cebó con los del Wanda. Unos tropiezos dieron lugar a inseguridad y esta se suele manifestar en peores resultados. Por detrás azulgranas y blancos parecían insaciables y no daban tregua. En realidad ambos tuvieron ocasión de desbancar al Atlético: el Barça contra el Granada y el Madrid ante el Sevilla. Ambos fallaron y otorgaron una vida extra al Atletico que este no desaprovechó. Atrás quedó ese mito absurdo y carente de toda realidad fáctica que este último siempre falla en los momentos claves: de diez Ligas que han dependido de él mismo en la última jornada, las diez han caído a su zurrón. Era la Liga no la Champions, mas dada a destapar fantasmas no deseados.
Simeone alcanza pues su peculiar redención. Lo ha vuelto a hacer con un equipo radicalmente distinto al de sus primeros años. Es un hito desde todos los puntos de vista: las transiciones de equipos legendarios suelen ser duras y extendidas en el tiempo. En apenas dos años ha vuelto a dar un vuelco al campeonato. Gusten mas o menos sus planteamientos en momentos puntuales su figura no hace mas que subir enteros.
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