En la temporada 84-85 las cosas no rodaban demasiado bien para el Real
Madrid. Amancio Amaro, vieja figura de los 60 y 70 y uno de los jugadores
españoles más destacados de la historia del Madrid, había ascendido como
entrenador después de ganar la Liga de segunda división con el Castilla, en el
que despuntaron los integrantes de la “Quinta del Buitre”, que ya habían
debutado en esa misma temporada con el primer equipo con excepción de Míchel.
Con el gallego se produjo el último ascenso para que el grupo se completara en
el primer equipo, aunque Pardeza jugaría todavía bastante con el filial.
Amancio tuvo mala suerte de toparse con un Madrid en plena transición
generacional y cuyos valores más seguros Santillana, Stilike, Juanito o Gallego
no atravesaban su mejor momento. Durante los primeros años 80 sólo una Copa del
Rey había llegado a las vitrinas de Concha Espina lo demás todo subcampeonatos:
tres de Liga, uno de Copa de Europa y otro de Recopa nada menos, el Real
siempre estaba ahí pero casi nunca concluía. Amancio apostó por los jugadores
jóvenes a los que él había entrenado, lo cual le causó fricciones en el vestuario con pesos pesados
como Juanito o Gallego, cuyos enfrentamientos con el técnico trascendieron a la
prensa. Tras una aceptable primera vuelta el equipo perdió el tren de la Liga
que ganaría con soltura el Barça, y fue eliminado de la Copa. Sólo quedaba el
cartucho de la Copa de la U.E.F.A para salvar el año y en esa competición el
Madrid, sorprendentemente, había rendido a gran nivel. En semifinales tocó un
viejo conocido, el Inter de Milán; no eran los mejores tiempos del equipo interista
pero contaba con un combinado con numerosos internacionales y jugadores
brillantes como el delantero Altobelli, el prometedor portero Walter Zenga, el
defensa Bergomi o Rummenigge, aunque éste último estaba en la recta final de su
carrera y muy mermado por las lesiones.
El Madrid acudió al partido de ida en Milán en plena depresión: en una
semana del Athletic de Bilbao le había eliminado de la Copa y el Atlético le
había ganado 0-4 en el Bernabéu. Amancio era permanentemente cuestionado y sus
relaciones con algunos jugadores de peso eran bastante malas, sólo los jóvenes
como Butragueño, Martin Vázquez o Míchel creían el él. En San Siro, ante un
ambiente enardecido, el Inter, sin hacer nada del otro mundo, obtuvo un
resultado confortable para la vuelta: 2-0. El Madrid volvió a ser una sombra en
el terreno de juego y su caída libre no parecía tener fin.
Tras el partido los jugadores volvieron apesadumbrados al Hotel de
concentración. Pero algunos decidieron superar la derrota a su manera. Jorge
Valdano, delantero fichado del Zaragoza, quedó a cenar con Ramón Mendoza, entonces
candidato a la presidencia del Real Madrid, y según aseguraría José María
García durante años se dedicó a poner mal a Amacio de todas las formas
posibles. Con posterioridad, había concertado ver a Menotti, ex entrenador del
Barça y de la selección argentina con el que mantenía una gran amistad y ,además,
convenció a Butragueño para que fuese a esa cita. Menotti sonaba desde hace
tiempo como sustituto de Amancio, cuyo cese estaba cantado, y según declararía
Mendoza después, se postulaba de forma insistente para entrenar al Real. (“Me lo encontraba hasta en la sopa”,
llegó a decir el futuro presidente blanco). Cuando Valdano y Butragueño
volvieron al hotel, cerca de las cuatro de la madrugada, se dieron cuenta con
que en una habitación cercana había bastante alborozo. Intrigados llamaron a la
puerta y cuando ésta se abrió se encontraron con dos jugadores blancos, Juanito
y Lozano, acompañados por dos jóvenes italianas a las que habían conocido esa
misma noche tras el partido, con ganas de juerga. En ese momento el técnico
Amancio hacía una inspección sorpresiva por las habitaciones y descubrió el
pastel.
Juanito y Lozano (un jugador belga de orígenes españoles que había costa
200 millones de pesetas en el año 83, una cifra considerable para la época, sin
aportar mucho rendimiento) había sido dos de los jugadores que peor relación
habían tenido con Amancio. El entrenador redactó un informe completo a su
vuelta a Madrid en el que no dejaba títere con cabeza, convencido que no tenía
futuro en el banquillo merengue y que los malos resultados eran consecuencia
del boicot que sufría por parte de la plantilla. En entonces presidente, Luis
de Carlos, cansado por años de escasos resultados deportivos y superado por los
acontecimientos, había decidido poner fin a su mandato y se proponía convocar
elecciones. Butragueño y Valdano fueron sancionados económicamente y a Juanito
y Lozano se les apartó del equipo. Amancio no tardaría en caer tras perder un
nuevo partido en Valencia. Su sustituto fue el apagafuegos habitual Luis
Molowny, un interino que siempre dio muy buenos resultados al Real Madrid, en
las diversas etapas que se recurrió a él para solventar crisis de resultados
(con anterioridad había sustituido a los cesados Miguel muñoz. Milian Miljanic
o Vujadin Boskov y siempre consiguió títulos con los que salvar el año).
Lo cierto es que esta graves crisis institucional y deportiva tuvo un
final feliz: contra todo pronóstico en Real Madrid hizo un partidazo en la
vuelta y eliminó al ultradefensivo Inter con dos goles de Santillana y uno de
Míchel. Nadie se explicaba la transformación del equipo en un par de semanas,
pero eran los años de las remontadas en el Bernabéu, las noches mágicas tantas
veces invocadas desde entonces. El Madrid jugaría la final ante el asequible
Videotón húngaro y la ganó sin muchas complicaciones, de forma que De Carlos
pudo despedirse con la cabeza alta, con el primer título europeo en casi 20
años. La temporada siguiente, ya con Ramón Mendoza en la presidencia el equipo
inició un periodo extraordinario. Por su parte Amancio Amaro no volvería a
entrenar, dedicándose a sus negocios particulares. Su paso por el banquillo
blanco fue triste pero con los años se le reconocería el mérito de confiar en
jóvenes valores que dieron mucho jugo en los siguientes años. Lozano saldría del club, Juanito fue perdonado
y rehabilitado por Molowny, convirtiéndose en un jugador importante,
especialmente en las noches de competiciones continentales antes referidas, y
Butragueño y Valdano apenas sufrieron desgaste por el incidente.
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