lunes, 19 de noviembre de 2018

GABI, EL SÍMBOLO DEL CAMBIO


El último verano futbolístico dejó una noticia poco comentada per muy trascendente: la salida del Atlético de Madrid de su capitán de los últimos años, Gabriel Fernández, conocido popularmente como Gaby. Sus 34 años , el hecho que esta temporada se había fichado al incipiente Rodri para la posición de medio-centro y una jugosa oferta económica de Qatar fueron factores esenciales para su decisión.
Tal vez no haya mejor ejemplo que Gaby para entender la transformación de la entidad rojiblanca en los últimos seis años. De alguna forma Gaby ha resultado un emblema del cholismo, no sólo en cuanto a traslación del ideario del técnico argentino al campo, ya que el medio centro ha sido el mejor alter ego del entrenador, sino también a símbolo del espíritu de un equipo que en apenas un par de temporadas abandonó el pesimismo latente desde casi la década de los años 80 por el resurgir de la competitividad extrema que le acompañó en las mejores épocas del club (años 60-70) que parecían olvidadas para las nuevas generaciones.
 
 Gaby concentraba mejor que ningún otro las características esenciales de ese combinado que tocó el cielo con la Liga de 2014, en realidad casi era una concentración de todas las características del equipo. Sus condiciones técnicas eran notablemente inferiores a la de jugadores de su misma posición de los equipos punteros (Xavi Alonso, Busquets, Modric, Xavi….), nunca alcanzó la internacionalidad precisamente por la dura competencia en esa posición, tampoco gozó del reconocimiento generalizado de la prensa pero del mismo modo que el Atlético moderno no se resignó al papel secundario que casi todos le tenían asignados; en realidad perteneció a ese grupo de futbolistas con capacidad para explotar al máximo una virtudes más modestas aunque con consecuencias prácticas esenciales para su equipo: sentido táctico, liderazgo, capacidad de tomar decisiones adecuadas en los momentos claves (desde una falta táctica hasta ordenar la presión sobre el contrario) y espíritu de lucha e inconformismo. Sólo desde esos patrones los rojiblancos fueron capaces de ganar un a Copa al Real Madrid en el Bernabéu y una Liga en el mismísimo Camp Nou y de llegar a dos finales de Liga de Campeones superando cualquier barrera que la lógica parecía imponer, luchando y superando con frecuencia a equipos con un talento futbolístico muy superior sobre el papel.
Su despedida real fue por todo lo alto: partidazo y gol en la final de la Europa League, competición que él mismo en una arranque de sinceridad y frustración había descalificado meses antes tras una sorprendente eliminación en Champions, pero con cuyo triunfo en la misma el Atlético volvió a confirmar su nuevo estatus de equipo solvente y ganador, ese carácter que entre otros, el capitán había ayudado a crear y transmitir a los que se incorporaban a la entidad. Formado en las categorías inferiores del club al que dio el salto en los años de plomo y penurias que siguieron al ascenso, no fue ajeno en sus comienzos a la capacidad devastadora de la entidad de ese periodo tuvo que emigrar a Zaragoza para buscar su consolidación profesional (de hecho sobre él planea a fecha de hoy un oscuro asunto de compra de partidos durante esas temporadas).Reclamando por Gregorio Manzano en su efímera y poca afortunada vuelta al Calderón en verano de 2011, su regreso sorprendió a los aficionados que ni en sueños pensaban el ciclo que estaba a punto de iniciarse y en el que fue una de los estandartes indiscutibles.
Su sustitución por Rodri también tiene mucho de metafórica sobre el nuevo estado del club. El talento y la calidad técnica del nuevo jugador Atlético representan una era marcada por un flamante nuevo estadio, la condición de equipo instalado en la élite del fútbol europeo y con capacidad para fichar y retener figuras. Qué distinto panorama del vivido por Gaby en su debut en 2004 y su regreso en 2011, habiendo contribuido como pocos y con sus armas a transformar un club que dejó del lado décadas de oscuridad para vivir un presente más que esperanzador. Pocos homenajes habrá mas merecidos que el del próximo día 22 en el Wanda, en donde podrá despedirse de la forma adecuada.

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